Meditaciones para nuestros tiempos – 13

4 Nov 2023

Vous êtes ici : Accueil / Actualités / "Meditaciones para nuestros tiempos" / Meditaciones para nuestros tiempos – 13

29 de Junio 2020

Thaye Dorje, Su Santidad el XVII Gyalwa Karmapa, en su última meditación para nuestros tiempos, explora el fenómeno de la nostalgia en relación con experiencias perturbadoras.

Los traumatismos, las crisis y las experiencias perturbadoras son parte de la vida humana.

Las aborrecemos, pero cuando ese tipo de experiencia nos acompaña durante algún tiempo, como por ejemplo el hecho de haber quedado atrapado en una cabaña debido a una larga tempestad de nieve, curiosamente, se teje una conexión inesperada con esa experiencia.

Debido a este vínculo involuntario que se ha tejido, de alguna manera, extrañamos la experiencia una vez terminada.

Normalmente no haría falta ninguna otra explicación o interpretación adicional aquí, pero si tratamos de identificar una razón, entonces sería algo como lo siguiente.

Incluso si el vínculo formado con la experiencia perturbadora no era algo que deseáramos al principio, sin embargo, al final, se ha convertido en algo íntimo.

Debido a la situación, se ha formado una extraña amistad. En cierto modo, esta amistad puede ser algo que acabamos por conocer más íntimamente que cualquier otra relación.

Sin embargo, todo debe y llega a su fin, al menos su manifestación.

Entonces, por alguna razón particular, lo extrañamos.

Las experiencias perturbadoras resuenan mucho más que aquellas a las que llamamos buenas experiencias.

Este tipo de nostalgia puede servir como ejemplo de la extraña naturaleza del ser humano: las ‘buenas’ experiencias están en cierta forma sobrevaloradas, aunque es posible, por supuesto, que una experiencia agradable pueda tener el mismo poder de suscitar esta nostalgia.

Para mí, esta declaración desencadena mi tendencia budista, སྐྱོ་ཤེས་ kyoshé. “Revulsión” es la traducción que he encontrado en un diccionario, pero la traduciría más como “reconocer la pena”.

Veréis, “reconocer la pena” es una parte esencial de la práctica budista.

¡No significa que el Buda ame la pena!

Por el contrario, reconocer la pena implica, en primer lugar, ver que la pena es un fenómeno caótico, y aceptar igualmente que este fenómeno caótico es una especia necesaria que aporta una cierta integridad o aspecto saludable a la vida.

Esta es la razón por la cual los budistas utilizan este método.

Un buen plato es aquel que tiene un golpe o un toque de especia intenso.

En nuestras vidas, esa especia es, curiosamente, nada menos que esa pena.

Es una especia que participa de una buena vida.

Una vida con penas es una vida bien condimentada, si puedo decirlo.

Entonces, un budista no es necesariamente un chef, sino alguien a quien le gustan los platos interesantes.

Esta nostalgia por la crisis puede deberse al hecho de que nuestras experiencias ordinarias, a las que llamamos “normales”, buenas y pacíficas son un poco insípidas, es decir, carecen de especias.

Dicho esto, no significa que tengamos que comenzar a buscar problemas, o que debamos relacionarnos con la práctica como un método para buscar problemas (incluso si admito que la práctica tiene algo que ver con el hecho de buscar problemas, pero ese no es su objetivo principal).

Vivimos en el corazón de los problemas. De hecho, esta experiencia humana es un problema.

Así es que no tenemos que buscarlos.

Sin embargo, hay una calidad a reconocer sin piedad que ese es el caso.

Tengo la impresión que se trata del verdadero significado de སྐྱོ་ཤེས་ kyoshé, “reconocer la pena”.

Por otro lado, darse cuenta de que la práctica de སྐྱོ་ཤེས་ kyoshé es como un bastón que ya no necesitaremos una vez que podamos caminar con nuestras dos piernas, nos ayudará a deshacernos de la práctica una vez que hayamos reconocido lo que queremos reconocer.

 

Su Santidad el XVII Gyalwa Karmapa,

Lire aussi…